18 mayo 2019 | DISCURSO JOSE PABLO ORTEGA, VICE PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN ISABEL GUTIÉRREZ DE BOSCH A LOS GRADUANDOS 2019
Querida Doña Isabelita, miembros del equipo de becas de la Fundación Juan Bautista Gutiérrez, compañeros becados y exbecados, padres de familia y seres queridos que nos acompañan, y sobre todo, amigos de la Promoción 2014 de becados JBG. Tengan todos muy buenos días. Hace 6 años, alrededor de estas fechas, un buen amigo mío recién graduado del colegio nos llegaba a visitar con motivo de la Olimpíada Nacional de Ciencias. Dentro de todo lo que nos dijo, mencionó que estaba estudiando en la Universidad del Valle con una beca completa y que además de eso “le pagaban por estudiar”. A más de alguno de nosotros, ilusionados estudiantes de último año, nos llamó mucho la atención la idea, con lo que con toda la confianza le pregunté de qué trataba dicha beca. Sin darme mayor explicación, recuerdo que me dijo: “Metete. Es un proceso largo pero quiero que te lo disfrutés, así que no te voy a dar mayor detalle de las etapas del proceso”. Y bueno, así inició mi viaje como aspirante para la beca de la Fundación.
Mientras reunía la papelería que solicitan en el formulario de aplicación, recuerdo haberle dicho a mi querida madre aquí presente que no creía que me fueran a dar la beca. No me sentía merecedor. Sin embargo, ella en su sabiduría de madre me dijo: “Eso no lo vas a decidir tú. Vos metete y dejá que ellos lo decidan”. Y así fue. El proceso efectivamente fue largo y lleno de incertidumbre en algunas etapas, pero casi siempre al final de cada mes recibía la noticia de que había pasado a la siguiente. Y así llegó el mes de octubre del 2013, donde un inocente José Pablo llegaba a las oficinas de la Fundación por primera vez, y salía, entre lágrimas, con la mayor bendición de su vida: ser merecedor de la mejor beca universitaria que hay en el país.
Recuerdo también nuestro acto de entrega de becas. Ya conocía a un par de los becados de toda la vida, porque estudiamos juntos en el colegio. A otros más los conocía por haber participado en competencias de ciencias en años anteriores, y el resto era para mí un grupo de personas totalmente nuevas, cada una con sus sueños y ambiciones, con sus metas por cumplir, y a punto de iniciar una aventura de 4 o 5 años retadores pero a la vez increíbles: la Universidad.
Viendo en retrospectiva estos 5 años que pasé por las aulas y laboratorios de la Universidad del Valle, me doy cuenta que han sido los mejores años de mi vida. Y no precisamente por los estudios y los exámenes, de los cuales tampoco me quejo, sino por las personas y las experiencias que viví más allá de esas aulas. El ambiente que se vive en la Universidad, y creo que nadie me dejará mentir, es excelente. Ni un solo día me levantaba pensado que no quería ir a recibir clases, porque simplemente amaba el lugar en donde estaba. ¿Y saben algo? A veces me arrepiento, porque creo que no me disfruté al 100% mi tiempo como estudiante universitario, y me gustaría regresar atrás y vivir esas experiencias de nuevo y más intensamente. Pero hay que seguir.
Ser becado de la Fundación te permite conocer excelentes personas, que vienen desde Huehuetenango, Petén o Alta Verapaz. De todas las culturas y raíces que te podás imaginar. Con toda clase de anhelos y con los talentos más increíbles y menos esperados de todos. Voy a extrañar tanto los campamentos, los bingos, los talleres de formación, los desayunos como este y las reuniones con mis amigos becados. No digo que ya nunca participaré, pero estoy seguro que no hay nada como vivirlas desde dentro. Extrañaré tanto esos juegos de básket con Allan y Sergio en la cancha de la U; esas buenas conversaciones de la vida con Cristian; esas molestaderas de Yosemite y los mecatrónicos en los laboratorios; esas clases con Lima y Marlon, aunque ellos se quedaran dormidos; esa alegría de ver a Andrés y a Ximena en las actividades de la Funda como amigos de toda la vida; esas pláticas con Boggdan pensando qué nuevas cosas se nos ocurrían para ASIGBO. Los extrañaré tanto a cada uno de ustedes.
Durante estos 5 años también gocé tanto de la Fundación, y la forma en que todas ahí te hacen sentir especial. No es solo entrar y ser un becado más, es ser verdaderamente un consentido de ellas y sobre todo de Doña Isa. Es recibir regaños a veces, pero también felicitaciones. Es estar en tu segundo hogar, un hogar donde podés contar todos tus problemas sin miedo al qué dirán, y mostrar tus sueños más profundos para que te ayuden a construirlos.
La Fundación es una entidad maravillosa que, desde la visión de Doña Isabelita de hacer una mejor Guatemala, acoge a un grupo de jóvenes talentosos para hacernos mejores personas y grandes profesionales, y poder dejar el futuro de este país en nuestras manos. Y claro está, esa es nuestra responsabilidad ahora. Pero eso no me preocupa, porque como diría mi querido Boggdan, “lo mejor está por llegar”.
Agradezco infinitamente a Doña Isabelita por haberme cambiado la vida y darme la bendición de formar parte de su Fundación. Agradezco a mi mamá, Karin, por siempre creer en mí y por ser mi inspiración; este logro es para ti. Agradezco a mi familia y mis amigos por todo su apoyo siempre, y al equipo de la Fundación por su cariño y amor incondicional. Les agradezco a ustedes, amigos de la Promo 2014, por recorrer este viaje junto conmigo y hacerlo la mejor experiencia de mi vida. Y finalmente, agradezco a Dios, porque la gloria no es de los hombres, sino de Él.
Espero que el resto de sus vidas sean bendecidas como lo han sido hasta ahora, y que cosechen todos los frutos de su esfuerzo.
Los veo pronto.
José Pablo.